El Infierno es Real: Advertencia este video tiene Imágenes
Fuertes
VOCES DE LOS CONDENADOS Y REMEDIOS PARA CURAR LOS MALES
QUE SON CAUSA DE TAN INFELIZ SUERTE
Autor: San Antonio
Mª Claret
LAMENTOS DEL BLASFEMO SENAQUERIB
¡Ay blasfemo audaz! Yo fui lo que eres tú, y tú serás lo que yo soy. Yo antes blasfemaba como tú
blasfemas ahora; perjuraba, maldecía, nada perdonaba mi serpentina lengua, que ningún freno la sujetaba y… ¡Ay!, vino
la muerte cuando menos la temía; fui juzgado, y arder por una eternidad en estos infiernos es el castigo a que estoy condenado.
Y ¿no escarmentarás en mi cabeza? ¿Preferirás ser desgraciado conmigo a enmendar tu vida? ¡Ay de ti! No mudando de vida, no
te librarás de ser lo que yo soy ahora… ¡Ay, ay, ay!
REMEDIOS CONTRA LA BLASFEMIA, PECADO DE DEMONIOS
Primer remedio. –Por la mañana haz una firme resolución de no blasfemar, y al efecto pedirás a Dios la gracia
por la intercesión de la Santísima Virgen, rezándole tres Avemarías.
Segundo remedio. –Si te enojas o asoma la ira, calla o di: Virgen Santísima, asistidme; válgame Dios; maldito
sea el pecado; pues tan fácil es proferir palabras buenas como malas.
Tercer
remedio. –Si te sucede blasfemar casi contra tu voluntad, pide a Dios perdón de ello y reza un Avemaría; y, si cómodamente
puedes, besa la tierra, formando una cruz en ella con la lengua.
Cuarto remedio.
–Huye de los juegos y de los que hablan mal, y si oyes hablar mal, di: Ave María purísima; y ruega por ellos a Dios.
LAMENTOS DEL RENCOROSO CAÍN
¡Ay de ti, infeliz rencoroso y víctima de la rabia, que, no sólo no saludas, sino que ni siquiera
miras a tu prójimo, y siempre hablas mal de él!: mira… ¡qué espanto!, este lugar junto a mí: he aquí donde vendrás a
parar… El rencor, que me hizo matar a mi hermano, me condujo a… ¡Ay, ay! Haz, pues, penitencia, reconcíliate, ama a todos los hombres, sin excluir a los enemigos, y si no… ¡ay, ay!, vendrás
a dar aumento a mis penas con las tuyas, por la fetidez y estrechez del sitio y por el calor que arrojarás.
REMEDIOS PARA CURAR EL ODIO Y EL RENCOR
Primer remedio. –Amarás al prójimo como a ti mismo.
Segundo remedio. –Pensarás que las ofensas que tú hiciste a Dios son infinitamente
mayores que las que te hizo el prójimo, y que no serás perdonado por Dios si rehúsas
perdonar las injurias que te han hecho. Si te parece que tu prójimo no merece perdón, perdónale
por amor de Dios, que lo merece y te lo manda.
Tercer remedio. –Olvida
cuanto antes la ofensa que te hizo el prójimo, y si asoma el pensamiento o memoria de ella, arrójala cuanto antes de ti, cual si fuese un ascua o chispa de fuego, antes que prenda.
Cuarto remedio. –Te acordarás de que eres cristiano, que quiere decir discípulo o imitador
de Cristo; y no olvides jamás que Cristo sufrió azotes, espinas y calumnias; que le quitaron los vestidos, le clavaron en
la cruz, y pendiente o colgado de ella, lo primero que hizo fue perdonar a sus enemigos y pedir por ellos a su Eterno Padre;
perdónalos, pues, tú también, y ruega por ellos; al hallarte
con ellos, salúdalos, asístelos,
socórrelos en sus necesidades en cuanto puedas.
Quinto remedio. –Cada día rezarás un Padrenuestro y un Avemaría por lo que te han ofendido
y agraviado.
LAMENTOS
DEL EPULÓN Y LUJURIOSO
Pecador que me imitas… ¡ay!, mira… ¡Qué penas! ¡Ay! A ti se te concede tiempo para arrepentirte; aprovéchalo; mira los tormentos que te aguardan; huye de los teatros,
cafés y tabernas; arroja a las llamas aquellos cuadros, libros y papeles deshonestos e indecentes; rasga aquellos vestidos
que ofenden al pudor; huye de juegos, cortejos y bailes; abandona las malas compañías; no salgas de noche; no hagas contigo
ni con otros cosas deshonestas; no hables, ni cuentes, ni cantes cosas impuras; si lo haces… ¡Ay!, ¡te condenarás como
yo! ¡Ay, ay!
REMEDIOS
PARA CURAR LA IMPUREZA
Primer remedio. –Por la mañana y por la
noche implorarás de la Madre de la pureza, la Santísima Virgen, esta preciosa joya, saludándola al efecto con tres Avemarías.
Segundo remedio. –Así que asome algún pensamiento impuro, dale de mano al momento y di a María: Virgen Santísima, valedme,
asistidme.
Tercer
remedio. –Apártate de malas compañías, de bailes y cortejos;
ni por el forro has de coger libros y papeles deshonestos; no mires pinturas, láminas u otros objetos provocativos, y sobre todo guárdate
de hacer señales o acciones escandalosas.
Cuarto remedio. –Viste con
modestia, come y bebe con templanza; no profieras palabras indecentes; no escuches ni sigas conversaciones malas y no des libertad a tus ojos.
Quinto
remedio. –Acuérdate de que Dios te mira, y que tiene
poder para quitarte la vida aquí mismo y arrojarte a los infiernos, como, entre otros, sucedió a Onán, que murió en el acto de cometer un pecado deshonesto, y fue condenado.
Sexto remedio. –Frecuenta los Santos Sacramentos.
LAMENTOS DEL MAL LADRÓN
¡Ay cristiano que me imitas en los robos!... ¡Ay! Mírame…
¿No ves?... Pues estas son las penas que te aguardan si no dejas el vicio de hurtar. No te alucines; entiéndelo de una vez para siempre; no sólo son ladrones y penan aquí conmigo los que roban
en los caminos, sino también los que faltan a la buena fe en las compras y ventas, no dando lo justo o estafando, y también
los usureros, los que causan daño a tercero con sus gastos y pleitos injustos, o no pagan las deudas. ¿Ay de ti! ¡Ay de ellos!
Pues si no os confesáis y no restituís lo ajeno, vendréis…, ¡qué horror!... a arder aquí conmigo…
REMEDIOS PARA CURAR EL VICIO DE HURTAR
Primer remedio. –No quieras para otro lo que no quieras para ti. Ya que a ti no te gusta
que nadie codicie o te quite lo tuyo, juzga si querrá tu prójimo que tú codicies o le quites lo que es suyo.
Segundo remedio. –Piensa a menudo que Dios mira tus manos y tu corazón, y que los ladrones
serán arrojados a la hoguera del infierno.
Tercer remedio. –El quitar
lo ajeno engendra la pobreza, porque lo mal adquirido es causa de que se pierda lo bien adquirido; por ello vienen enfermedades,
pérdidas y toda clase de males, y, por fin, y a la postre el infierno. Y ¿de qué sirve adquirir todo el mundo, si llevan el
alma los demonios?
Cuarto remedio. –Haz limosnas, porque así como el
quitar lo ajeno engendra pobreza, el dar limosna de lo propio es fuente de riqueza.
Quinto remedio. –Así, pues, cada día, según tus facultades, harás alguna limosna, no por vanidad o ambición,
sino para socorrer las miserias de tu prójimo. Por hacer bien no te ensalces, pero tampoco debes avergonzarte por ello; quiero decir, que ni lo hagas por ser visto, ni porque te miren cuando
lo hagas, dejes de hacerlo.
LAMENTOS DEL SACRILEGIO JUDAS
¡Ay cristiano! ¿Quiéres saber por
qué me hallo aquí encerrado, devorado de fieras, entre llamas y gimiendo para siempre? ¡Ay! ¡Sólo el acordarme me estremece!
¡Su memoria aumenta atrozmente mis tormentos! ¡Comulgué sacrílegamente
y vendí a mi Maestro! ¡Ay de ti si no te confiesas de las comuniones sacrílegas y confesiones mal hechas, por haber callado
pecados en ellas, o bien, si los confesaste ya, por no haberte enmendado ni apartado de las ocasiones o peligros próximos
de pecar! ¡Ay de ti!... Haz cuanto antes una confesión general, so pena de arder conmigo por toda una eternidad. No te obstines
ni hagas el sordo a las inspiraciones divinas, como lo hice yo; si no… ¡ay, ay!, ya lo verás.
REMEDIOS PARA LOS QUE HAN HECHO COMUNIONES SACRÍLEGAS Y
MALAS CONFESIONES
Primer remedio. –El primer pecado que has de
descubrir al confesor ha de ser el que más empacho te causa, y con esto confundirás al tentador.
Segundo remedio. –Si el rubor te embaraza, preveé
al confesor con ésta u otra expresión semejante: Padre, tengo cierto escrúpulo, que apenas tengo valor para insinuárselo a
usted. Y con esto él se dará por entendido y buscará sus medios para ayudarte. Mas si tu rubor ni esto te permitiera decir,
entonces ve con otro confesor, porque si no, cometerías un horrendo sacrilegio y hallarías la muerte en donde Dios te quiere
dar la vida o perfeccionarte en ella.
Tercer remedio. –Muchas veces las
confesiones son malas no porque se haya faltado a la verdad, sino por falta de enmienda; así como al salir la ropa de la colada
decimos que ésta fue mala si no quitó las manchas de ella, y con razón, de la misma suerte decimos que fue mala confesión
la de aquella persona que, después que se confesó, la vemos con los mismos vicios de blasfemar, maldecir, odiar, cometer impurezas,
murmurar, etc., etc., como si nada hubiera recibido. No hay que alucinarse; no se cumple con decir: “Todo se lo dije
al confesor” Pues así como para ser una buena colada no basta haber metido en ella toda la ropa sucia, sin haber hecho
todo lo necesario para quitar todas las inmundicias de la ropa, así, para que sea buena la confesión, es necesario que el
alma quede limpia de los pecados.
Cuarto remedio. –La causa de la mayor
parte de las confesiones malas es el no apartarse de las ocasiones de pecar y no cumplir con las penitencias medicinales;
apártate, pues, de los peligros, cumple con lo que dispone
el confesor y práctica aquellos medios que aconseja la prudencia, y verás cuan
señalada será tu enmienda.
Quinto remedio. –Antes de comulgar te probarás
y mirarás si estás en gracia, y después de la comunión te detendrás a dar gracias, y ten cuidado de no salir luego de la iglesia
a imitación de Judas.
GRITO
DE TODOS LOS CONDENADOS
¡BREVE GOZAR, ETERNO
PENAR!
Pecadores… ¡Ay! ¿Qué provecho os traerá el haber adquirido todas
las riquezas, alcanzando grandes honores; haber dado al cuerpo todos los placeres, haberos vengado a satisfacción, si por
último perdéis el alma? ¡Ay! ¡Con qué brevedad pasará todo ese conjunto de cosas que ahora os lisonjean, adormecen y hechizan!...
Pero la eternidad de penas que sucede a eso tan breve, ¡Ay!, ¿quién podrá sufrirla? ¿Quién?... Enmendaos, pues, confesad vuestros pecados, y si no… ¡ay!, ningún alivio me traeréis;
antes aumentaréis la acerbidad de mis penas, viniendo adonde yo estoy padeciendo por perpetuas eternidades. Que penséis en
ello o lo echéis en olvido, que lo creáis o no lo creáis, moriréis, y… ¡ay!, padeceréis como yo…
REMEDIOS GENERALES PARA LIBRARSE DE CAER
EN LAS PENAS ETERNAS DEL INFIERNO
Primer remedio. –Por la mañana
y por la noche rezarás tres avemarías a María Santísima, con la oración ¡Oh Virgen y Madre de Dios! Yo me entrego por hijo
vuestro, y en honor y gloria de vuestra pureza, os ofrezco mi alma y cuerpo, mis potencias y sentidos, y os suplico me alcancéis
la gracia de no cometer jamás pecado alguno. Amén, Jesús. Un Padrenuestro y Avemaría al Santo Ángel Custodio, y otro al Santo
de tu nombre.
Segundo remedio. –Pensarás a menudo que Dios te está mirando
y escuchando y, que está en su mano, si pecas, el hacerte caer muerto y sepultarte en los infiernos, como con otros muchos
pecadores lo ha hecho.
Tercer remedio. –No te dejes engañar del demonio,
que te dirá: Peca, que después te confesarás. ¡Ay del que peca en confianza de que se confesará! Porque no verá realizada
esta su mala confianza, o, si logra confesarse, se confesará mal, dice Burdoni.
Cuarto remedio. –Mortificarás
las potencias y sentidos: el que no sabe mortificarse en lo
lícito, menos sabrá hacerlo en lo ilícito, y caerá en pecado.
Quinto remedio.
–Ayunarás por devoción algún día cada semana, o a lo menos te privarás de alguna de aquellas cosas que son más de tu
gusto.
Sexto remedio. –Cada día tendrás medía hora o un cuarto de oración
mental.
Séptimo remedio. –Profesarás especial devoción a la Santísima
Virgen María.
Octavo remedio. –Frecuentarás
los Santos Sacramentos.
Noveno remedio. –Leerás libros buenos y nunca
los malos; si alguno de éstos tuvieres, quémalo; huye de las
malas compañías y de los lugares y cosas que conozcas pueden serte
ocasión de pecar.
Décimo remedio. –Procurarás en todo tiempo cumplir
con los preceptos de la ley de Dios y las obligaciones de
tu estado, y de esta suerte serás feliz por una eternidad.
Tomado de: Camino Recto y Seguro para llegar al Cielo
|